Un paseo por Madrid, en autobus, coche, bicicleta o andando, un mediodía de invierno, no tiene precio. Si además te tomas un bocadillo de calamares y otro de panceta (bacon para los puritanos, pues no era gorda la loncha) en buena compañía mucho mejor. Esa luz que tiene, el jaleo, la gente… Me gusta, aunque a veces lo odie. Siempre tiene rincones por descubrir y sitios que enseñar. Tal vez el problema de Madrid es que está muy desconectado entre barrios. No recuerdo donde leí que Madrid era como un charco de aceite: las gotas a veces están solas, a veces conectadas por pequeños hilos, se van moviendo, se mezclan, pero todas esas grandes arterias que tiene, la comunican para los coches, pero la dividen para los ciudadanos.
Hay gente que sólo conoce Madrid por el metro, cada lugar está ubicado para ellos en sus paradas: Moncloa, Gran Vía, Ventas, Santiago Bernabeu… nunca han ido andando de un lugar a otro.
Para los que somos de Madrid, de Madrid al cielo, y un agujerito para poder verlo.
Aquí todos sois bienvenidos.